El color en el arte es uno de los elementos más poderosos de expresión visual. A través de los colores, los artistas comunican ideas, crean atmósferas y guían nuestra mirada por la obra. Cada color tiene su propia fuerza simbólica y puede transformar por completo el significado de una imagen. El uso del color nos permite conectar con la obra de manera profunda, ya que apela directamente a nuestras sensaciones y emociones.
El color es un lenguaje sin palabras, un susurro invisible que se desliza hasta lo más profundo de nuestros sentidos, despertando emociones, recuerdos y sueños. Cada tonalidad es como una nota en la sinfonía de la luz: los cálidos rojos, naranjas y amarillos arden como brasas encendidas, invocando la pasión, la energía vibrante y la alegría que danza bajo el sol. Los fríos azules, verdes y violetas, en cambio, envuelven el espíritu en un manto de calma, misterio y melancolía, como el murmullo del mar o el secreto de un bosque al atardecer. En manos del artista, el color se convierte en un puente entre mundos: une lo visible y lo invisible, lo tangible y lo soñado, logrando que cada obra respire y hable al corazón del espectador, más allá de las palabras.
¿Qué es un modelo de color?
Un modelo de color es un sistema o una forma de representar los colores usando números o valores.

Es como un lenguaje matemático del color que nos ayuda a definir, crear, mezclar y reproducir colores de manera consistente, ya sea en una pantalla, en una impresora o en una obra digital.

Cada modelo describe cómo se combinan ciertos colores básicos (o componentes) para formar todos los demás colores.
El color en las vanguardias: un grito de libertad

En las vanguardias del siglo XX —como el Fauvismo, el Expresionismo, el Cubismo o el Futurismo— el color dejó de ser solo un recurso para imitar la realidad.
Se convirtió en un lenguaje autónomo, un medio para expresar emociones, ideas, energía y rupturas.
Los artistas vanguardistas liberaron el color de la obligación de copiar la naturaleza. Lo usaron con valentía, en formas y combinaciones inesperadas:

Los fauvistas, como Matisse, emplearon colores puros e intensos, sin preocuparse por la fidelidad a lo real, sino por lo que el color hacía sentir.

Los expresionistas usaron el color para reflejar estados interiores, angustias, esperanzas o sueños, distorsionando los tonos para que gritaran las emociones.

Los cubistas redujeron su paleta al principio, explorando gamas sobrias para centrarse en la estructura, pero también abrieron camino a nuevas relaciones entre forma y color.

Los futuristas emplearon el color como vibración, dinamismo y movimiento, para evocar la velocidad y la modernidad.

El color en las vanguardias no obedecía reglas académicas: era un arma para cuestionar lo establecido, para construir un arte que no explicara el mundo, sino que lo reinventara.